Hace tres años tuve la posibilidad de viajar a Montevideo, Uruguay. Allá participaría en la primera edición de Abrelatam presentando el proyecto School of Data en su traducción al español. Para esos días había estado trabajando con Michael Bauer, a quien hasta entonces solamente reconocía por un par de pláticas por Skype y los muchos correos electrónicos que habíamos intercambiado con el equipo para dejar listo el portal del proyecto.

Desde una semana antes, Michael y Zara Rahman (quien lo acompañaba por esta aventura) habían estado en Sudamérica impartiendo varias sesiones de datos en el data bootcamp en Perú y en una sesión de periodismo de datos en Buenos Aires. Esa era la primera ocasión que Michael y Zarah visitaban Sudamérica y, según lo que podía leer en sus posts y tweets, resultaba ser una buena experiencia.

Quedé con ambos en que, una vez instalado en mil hotel, me reuniría con ellos para platicar sobre la presentación y otras actividades del proyecto a futuro. Recuerdo que la primera vez que vi a Michael no pude reconocerlo porque, para ese entonces, su foto de perfil era bastante engañosa: un tipo alto, de peinado desenfadado y con un suéter que me recordaba a algunos atuendos de la época grunge.

En la plática fue bastante carismático, siempre con una muy buena actitud y con ideas que aportar. Además de eso, muy interesado en lo que ocurría en Latam y (como él decía) practicando su mal español, que para mí siempre fue muy bueno; de ésos que entienden más de lo que hablan. Además, en los espacios más relajados, siempre con gran ánimo de aprender a bailar alguno de los ritmos latinos (siempre se preguntaba cómo hacíamos para bailar de esa forma).

Desde ese momento tuve la posibilidad de convivir en varias ocasiones con Michael, el primer Data Sherpa global; siempre fue un gran tutor en el manejo de datos y toda una inspiración para la comunidad global de School of Data. Con él lanzamos varios de los contenidos del portal; apoyó y capacitó a la primera generación de fellows, y siempre tuvo la mejor actitud de enseñar a quienes querían aprender. Por motivos personales dejó el proyecto, pero siguió en el mundo datero en un medio en el que diseñaba y desarrollaba aplicativos con datos, y en el que, según sus propias palabras, estaba muy feliz y con muchos retos.

Hace unos días desafortunadamente me enteré del fallecimiento de Michael en Austria a causa de un ataque fulminante al corazón. Es muy triste para mí porque justo una semana antes de la noticia pude reencontrarme con él en Buenos Aires en la edición de la Media Party en la que (sin planearlo) dimos un taller juntos sobre manejo de datos nivel 1, o, como él decía, data for dummies. Debo decir que fue muy divertido porque me dio la impresión de que nunca se fue del proyecto y que le gustaba mucho hacer talleres así. Como pueden imaginar, en el taller tuvimos mucho de improvisación, un poco de comedia y sí: datos, datos y más datos.

Ahora después de la noticia, puedo ver que no soy el único al que Michael impactó con su buena gracia. En el grupo de School of Data son muchas las personas que comparten las buenas memorias que dejó a su paso, siempre carismático y con mucha sencillez.

Gracias por todo, Michael. Siempre serás el gran Data Sherpa.